Si pensamos detenidamente de dónde provienen los alimentos que comemos –carnes, frutas, cereales y verduras-, los materiales de los que está hecha nuestra ropa –algodón, lino o seda-, o nuestros muebles –madera, ya sea natural o procesada como aglomerado-, podrás darte cuenta rápidamente que la gran mayoría proviene, finalmente, de la biodiversidad. Las plantas y los animales nos dan la gran mayoría de las materias primas de los productos que necesitamos y tenemos alrededor.
Hasta aquí podemos decir que la importancia de la diversidad biológica radica en el beneficio que obtenemos directamente de ella: alimentos, fibras, materiales de construcción y compuestos químicos medicinales, entre muchos otros.
Hay otros muchos servicios que la biodiversidad nos otorga y que la gran mayoría de las personas aún no conocen y valoran. Por ejemplo, la vegetación natural captura parte del dióxido de carbono (CO2) producido por los vehículos e industrias, lo que ayuda a la reducción del efecto de calentamiento global del Planeta. Otros ejemplos de servicios son la regulación del clima del agua, el control de las plagas y enfermedades, la descomposición de los residuos que producimos, la formación y fertilidad de suelos y la polinización de los cultivos que realizan las abejas, mariposas, murciélagos y otros animales.
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